viernes, abril 28, 2006

La inocencia está en tí

Un surco profundo marca mi semblante. Cierro los ojos para tratar de olvidar la lluvia que cae y que me empapa. Se que nadie puede oírme porque mi pecho está oprimido y me impide salir y respirar. Mi habitación me encierra, me deja sin espacio por donde salir y me ahogo, me ahogo....

Por fin despierto de mi sueño, ¿irreal?. Y veo la luz que se abre camino a través de mis ojos. Se me ofrece un nuevo día, un mundo lleno de posibilidades por descubrir y yo ya estoy malgastando el tiempo que se me ha concedido.

Pasa el tiempo, la gente se acerca y mi vida vuelve a brillar pero somera es la esperanza que pongo cada día. Mi burbuja se encoge, se retrae ante tanta distracción sin sustancia y me veo vagando sin rumbo en un mar de espirales circulares.

Vuelvo a respirar, centro mi pensamiento y mi destino y aparto los resquicios de inocencia que puedan aflorar a ras de piel. Ahora estoy preparado para otro día en la ciudad, con sus miles de caras y facetas y su egocentrismo intrínseco.... pero yo no soy así. ¿Es raro vivir en un mundo extraño para uno mismo?.

Muevo mis brazos al compás de las olas, de las palabras que se acercan y se van; de los momentos que comparto y miro a los ojos multicolores de mis interlocutores ¿cuanto de lo que me dices es lo que piensas?... pero yo sigo moviendo los brazos al ritmo del mar, sintiendo que mi esencia está cerca, compartiendo y ofreciéndose a la naturaleza ardiente de la ciudad.

No hay lugar para la salvación, lo sé, pero aún así es necesario seguir dando, ofreciendo, vaciando tus pertenencias y dejar un saco aislado dentro de ti mismo. Un día tras otro, como buen labrador, por mucho que la tormenta no llegue y que la cosecha no crezca.

Alzo un grito al cielo implorando que no se lleve mi inocencia, lleno mis manos de la tierra que con sacrificio cuido y aliento. Es mi sangre, mi yo, mi esencia.... y sin mi inocencia nada tendría sentido.

Porque ella es la que me permite sufrir y discernir entre la locura y la sabiduría. Y no tienes que llamarla ni desearla, sólo buscarla dentro.... porque la inocencia está en ti.