lunes, octubre 16, 2006

La piedra al infinito

Las palabras se escabullen como torrentes de agua; grandes masas del traslúcido elemento que arrasan lo que encuentran a su paso. Impotencia ante la espera, ante el saber que poco o nada se puede hacer. Otra vida más trastocada por los hilos que tiran de todos; del complot mundial por hacer que la corriente siga fluyendo en el mismo sentido.

Se acaban las experiencias y nuestras mentes piden cada vez un rincón más allá del precipicio, del abismo que muchos nos quieren ocultar y que se marca palpable ante nuestros ojos. Miles y miles de vidas perdidas, y el número aumenta. Orden caótico que sólo compensa a los que más tienen. Todos los cabos están bien atados y cualquier ataque premeditado a una de esas defensas desencadena la respuesta inmediata del mazo acusador.

Y el círculo se cierra. Nuestras mentes deben estar ocupadas en otros menesteres antes de suponer un problema. Deben dejar de pensar por sí mismas y situarse en un estado de duermevela perpetuo. Nada más preciso que obsequiarnos con un control absoluto sobre los poderes mediáticos, esas perlas informativas regidas por unos pocos; que consiguen que nuestro pensamiento sea el suyo, nuestra opinión la suya, nuestra verdad la suya.

Somos pasajeros de un tren que otros conducen y nuestra única opción es abrir y cerrar la ventana.... y nunca el elegir el destino hacia donde nos queremos dirigir. Una carretera fluctuante, en donde miles y miles de vehículos transitan hacia el mismo porqué, hacia el mismo centro. Las manos atadas, viendo un paisaje que no es el que quiero ver, que no es lo que quiero experimentar, impuesto ante mis ojos por otros que me consideran un número más en las encuestas.

Oscuridad; eso es lo que veo a mi alrededor. Y por ello no puedo de dejar de ser aquello que se oponga ante tal irrealidad. Quiero y busco ser una luz en los momentos duros, un apoyo en los instantes trascendentes, un látigo que rompa la monotonía neuronal. Una verdad que se expanda, que se transmita rápidamente, de corazón a corazón, de latido a latido. Una verdad que nos dé la verdad del mundo, la verdad de lo que significa vivir en la ciudad.

Ataduras; son las que estiran mis músculos oponiéndose a estas palabras. Soy un producto encerrado, limitados por las reglas que otros imponen a conveniencia. Mi futuro, mis esperanzas son las que otros definen. Mis preocupaciones son la verdad que otros fabrican a través del conjunto de cosas que mis ojos entrevén a cada instante.

Número; uno más de tantos y tantos que hacen que la corriente corra rauda a arrasar a más y más gente. Gente que sucumbe ante la avaricia de otros, personas con nombre y apellidos que imploran libertad y esperanza en unos medios controlados por los mismos que les quitan el pan. Intereses creados que nunca tienen fin, que nunca dejarán en manos de otros el lanzamiento de la ruleta.

Y la rueda sigue girando en interés de unos pocos. El lobo tiene muchas caras y nunca duerme.

Sé luz, mi amigo. Porque no hay mejor forma para golpear los corazones y aunar la voz de tantos y tantos que sufren ante la opresión de unos pocos. Sé alma, mi amigo. Porque no hay mejor forma de dar lo que tienes y expresar el dolor que cautiva cada una de las miradas que realizas al conjunto de la ciudad. Sé tu mismo, mi amigo. Porqué no habrá una forma mejor de ser sincero ante el resto del mundo y de que tu espíritu contagie la existencia de ese otro mundo, de esa otra verdad posible que muchos ya conocen.

Porque si algo hay que sacar en claro de todo esto es que una gran mayoría somos los perjudicados y una pequeña minoría los que se benefician de nuestra pasividad. Y esto debe cambiar; todos debemos ser capaces de construir lo que el futuro nos depara; y la cuidad debe aprender que todos aportamos, que todos tenemos algo que decir.

Veo la salida del túnel, porque la pasividad aún no me ha invadido, porque soy capaz de escribir estas palabras, porque mis neuronas aún me recuerdan lo que está mal y lo que está bien...

No quiero ser un producto, un ser de pasividad innata. Quiero tener opinión propia y diverger si creo que es la respuesta adecuada. Aquí está mi esperanza de ver un mundo mejor rodeándome. Que esta piedra que lanzo a la pared infinita sirva para expresar mi opinión y que sabiamente sea escuchada por muchos.

Etiquetas:

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Buena suerte, y buen Camino.
Nunca sabes dónde vas a terminar.
Saludos, amigo.

12:29 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home