miércoles, agosto 09, 2006

Arriésgate, esa es la apuesta

La búsqueda de la verdad suele tener muchos aliados... y tu nunca eres uno de ellos. Primero tienes que discernir entre cual es la verdad y cual es tu verdad. No siempre son la misma y es en esta diferencia de criterio, cuando llegas a encontrarla, en donde empiezas a construir. E incluso hay veces que verdades contrapuestas son ciertas y en una misma situación más de uno puede tener la razón. Como si lo razonable fuera lo verdadero.

Paredes y muros de oscuridad nublan continuamente nuestra objetividad, trasladando sensiblemente el plano de nuestra conciencia hacia prejuicios y precondiciones. Nuestra mente no quiere trabajar y todo lo que ya haya hecho antes es ahorro para el gasto que continuamente le exigimos. No hay nada como comparar situaciones y opiniones; establecer que el resultado final siempre seguirá siendo el mismo porque el contexto en donde está mi presente es el mismo que yo recuerdo, aunque alguien diferente se encuentre al otro lado.

Así funciona nuestra conciencia, no dando pie a nuevas interpretaciones, no dejando libertad a estudiar de nuevo la conducta ya resuelta y aprendida. Y puede que pienses que este es el camino correcto. Cuanto más sintetices y simplifiques tu existencia mejor para la toma de decisiones en la actualidad. Yo discrepo a este respecto porque la conducta que has aprendido inconscientemente es la más difícil de cambiar... y lo peor es que esa conducta esté equivocada. Piénsalo. Es algo así como un edificio en donde la base se construye con muros iguales y todos ellos corruptos. Seguro que la piscina del tejado no se sostiene. ¿No crees?

Todo en la existencia hay que mirarlo con tiempo y con paciencia, hay que dejar fluir el tiempo para verdaderamente poder juzgar las acciones que uno mismo acomete con criterio. Nada ganamos en atarnos a nosotros mismos en cada actuación del presente más inmediato. Eso si que sería una pérdida del yo. No podemos cuestionarnos en todo momento la acción pasada y basada en la cercanía temporal. Al final tu disfrute se vería mermado.

Seguro que a todos nos rodean un cúmulo de experiencias; muchas de ellas con porqués y con preguntas por resolver. Otras tan importantes en las que tus sentimientos juegan un papel importante. Algunas cotidianas, que forman parte de las miserias de la vida en la ciudad. Todos tenemos nuestros sacos y seguro que podemos clasificar cada momento pasado, cada presencia cercana, cada palpitación, cada mirada... Ahí está el verdadero milagro, ser consciente que eres, que existes, que convives en un entorno privilegiado... y que sólo tu puedes ser el protagonista de tu propia historia.

Siéntate despacio por unos instantes. Deja que tu memoria fluya por tus recuerdos. Por todo aquello que instintivamente llega a tus neuronas. Todo significa algo, en mayor y menor medida... Sigue profundizando. Fluyen múltiples recuerdos mientras tu respiración se vuelve más agitada. Estás dando en el blanco... pero no tengas miedo a seguir avanzando, a continuar la estela de lo que eres.

Date tiempo, da tiempo a tus recuerdos y repasa todo lo que tu mente te quiere decir y mostrar. Vienen caras, objetos, personas, miradas, situaciones, contextos... retenlos ahí. Coge uno, el que prefieras e indaga sobre él. Sueña con él, recuerda todo lo que puedas y sumérgete en todo lo que te quiere expresar. Eres tu, con tu visión, en un pasado remoto y a la vez cada vez más cercano. Ya llega. Sientes que estás ahí; destacando algunos instantes de lo que creías como un todo. Sólo recordarás lo que de alguna manera llamó tu atención, aquello que te hizo más marca.

Vuelve del recuerdo, que podía ser triste o alegre, profundo o sencillo... pero era tu recuerdo, y eso es lo más importante. Hoy añadiré una variable más a esta encrucijada que de principio se manifiesta compleja. La fórmula a resolver está clara: mira atrás y pregúntate que hay por ahí para saber que es lo que hay hoy.

Y cuando estés contento y orgulloso de lo que va habiendo en tu mochila, incorpora un nuevo aderezo al plato. Comparte lo que tienes. Que no seas tú el único propietario de tu yo. Siente y vive conjuntamente, dando una unión en cada rincón de tu alma. No sufras solo, no llores solo, no dudes solo. Hay detrás de las miradas perdidas que cada día ves más vida de la que piensas.

Arriésgate, esa es mi apuesta de hoy. Lánzate y aprende con el tiempo la experiencia de saltar al vacío y dejar que tu no seas tu, que tu yo sea compartido. Sólo así la felicidad será plena.. pero quizá esto sólo lo sepas con el tiempo.