martes, septiembre 12, 2006

El mejor de los caminos posibles

Cenizas disueltas en una nube plateada. El aire recoge el plácido cantar, el suave roce de la presencia en las alturas. Y por mucha libertad que encuentra, la distancia se le hace escasa, el tiempo pasa demasiado despacio a su lado. Quiere viajar más rápido, sentir con esfuerzo que los instantes no se diluyen en vano. Su vida terrenal ha acabado y la eternidad se le asemeja como el más lejano de los mundos.

No puedo encontrar el túnel que me conduce a la salida. No puedo ver más allá del par de palmos que mi conciencia y mi visión recrean. Miro mis palmas llenas de ensombrecidos surcos, destacando su sencillez y sobre todo esa dureza y rigidez de forma y contorno con que a veces la vida suele premiarte.

La historia continúa y mi lento devenir no es más que una partícula indefinida en el torrente desbocado. Una corriente incapaz de ser moderada, que suele arbitrarse según aquellos que quieren dictar las normas, la propia conciencia del ser escasamente inteligente, que pretende gobernar y dirigir su propia evolución natural.

Y cada vez vamos a peor. El alubión de regalos definitivamente improductivos y dinamizadores de la propia libertad de creación y de expresión hace que mi conciencia quiera evadirse cada vez con mayor rapidez. Y casi todos estamos en esta dinámica, la misma que hace que cada mirada alrededor suponga el concienciarse de la lenta agonía de todos nosotros.

El premio de seguir siendo es quizá este en sí mismo; el continuar expresando aquello que nadie hace, el ser sincero con todos, sin tapujos. Uno está aquí y espera a que el resto abra aquellos ojos que nunca tiene abiertos. Descubrir las puertas lejanas que nos separan de cinismo, del no saber aprovechar la existencia en sí mismo, de engañarnos insanamente ante unos pensamientos que parecen irreales.

Nos han colmado de maldades y ahora uno parece estar acostumbrado. Nada más lejos de la realidad. Sé uno de esos pocos que solicitan un cambio, un mundo en el que prime el individuo en su conjunto, la sensibilidad compartida sin barreras. Todos somos así y mi expresión de lo que soy es, sin lugar a dudas, lo mejor que puedo ofrecer al mundo y a mí mismo.

Las palmas hacia arriba, que todos descubran lo que esconde tu corazón. La plenitud está aquí, buscando cada recodo de tu ser para gritar allá donde la dejan. El ser introspectivo, interno necesita aflorar; necesita darse y salir al mundo como una flor en primavera. Nadie puede ser nada en sí mismo si la razón de ser se queda dentro. Y sólo un instante en el que la vida te sonríe contracorriente te hará falta para saber si la decisión tomada es la correcta.

Tómalo o déjalo, pero nunca te hagas indiferente a lo que cualquiera de los que te rodean es capaz de transmitir. Una verdad siempre es una verdad y un abrazo a tiempo suele calmar muchas de las espesuras que suelen rodear tu presente. Sé fiel con la mano del amigo, sé delicado con las palabras de los demás, sé comprensivo cuando el disgusto llegue a tu paladar. Deberás dar lo mejor de ti mismo cuando tu propio cambio aflore en los demás, cuando el torbellino luche con todas sus fuerzas para llevarte.

Quizás los locos son los que se alimentan de estas mismas palabras, quizá los necios son los que aún tienen esperanzas de cambiar aquello que creen que no es lo correcto, quizá la lucha ya no tenga sentido y mucho esté ya perdido.

Pero mientras una mirada reconozca mi aliento, mientras pueda recibir un cálido o afectuoso abrazo, mientras sea capaz de volar en mi mundo surcando las estrellas que sólo yo puedo ver; mientras todo eso ocurra, no cejaré en mi empeño por dar todo lo que soy para encontrar a personas tan íntimamente ligadas a conocerse que oculten el resto de oscuridad.

La luz está en tu presente,
el brillo está en tu mirada,
el cambio está en tu interior,
sólo tu puedes ser el maestro de tu propio yo,
y si yo fuera tú, elegiría siempre el mejor de los caminos posibles.