martes, octubre 31, 2006

Lo que nunca puedo dejar de ser

La luna palidece en el horizonte,
el sol brilla dentro de mi mente,
hoy será un gran día,
y las sombras llorarán recogidas y alejadas.

Todo por nada,
bombardeos de información continua,
penas que al alba se destrozan,
sincero malestar que se esfuma y me conmueve.

Quiero seguir estando,
quiero seguir viviendo,
quiero enfatizar mi aliento y mostrarlo al mundo,
tal y como es, tal y como siempre ha sido.

Colgar la vergüenza del no saber,
de eximir a tu conciencia del análisis,
de dejar la mano colgada, laxa ante la mediocridad de otros,
ante la impotencia del creer que no puedes hacer nada.

Esta es mi expresión,
fielmente reflejada, sencillamente marcada,
y que me permite ser yo sin paliativos.

Paredes que se derrumban, ausencias que no contestan,
gritos al aire en una distancia infinita,
surcos en la arena de cemento,
caminos hechos con imaginación.

Una marca tengo en mi pecho,
un dolor que no se ahuyenta con la oscuridad,
y que siempre está ahí,
recordándome lo que nunca puedo dejar de ser.

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