viernes, mayo 19, 2006

El cambio se produce.... lentamente

Uno nunca es el mismo. El estado de avance del ser es imposible de medir y de cuantificar y la certeza que a todos nos queda es que existe y que se mueve algo en tu interior que eres incapaz de percibir. Quizá esos millones de neuronas que diariamente se condenan en tu cerebro tengan la culpa; quizá la parte de tu mente que no conoces juega a confundirte; quizá no eres más que un experimento de alguien tan avezado que ni siquiera logras imitar.

Los cambios palpables los podemos encontrar en el tiempo, en el lento reposar del haberte conocido y la continua procesión de buscarte en los recovecos. No eres el mismo desde el momento que miras a través de unos monóculos temporales y te das cuenta de cuanto en ti ha cambiado; cuanto en tí ha estado creciendo y cuanto en tí indefectiblemente se ha perdido.

Muchas conversaciones e incluso tu propia postura ante la gente hace más consciente este tipo de sensaciones. Sentir y pensar que uno seguirá manteniéndose fiel a sus principios quizá sea una mentira para escapar del ocaso que te deja la ciudad porque llega un momento impalpable en la que tus ideas cambian mecidas por la corriente y el mantenerte firme en agua estancada no hace más que negar que vives en un proceso de constante cambio.

Si verdaderamente pensara que una tercera entidad nos observa con el fin de estudiar nuestro comportamiento en un mundo artificialmente creado para nosotros (como algunas películas bien o mal han podido retratar); mi mente se tranquilizaría porque todo lo que hiciera estaría predestinado y no importaría ni reflejaría lo que existencialmente puedo abordar. Pero esto que ahora miro está tan bien hecho que ni siquiera atisbo que esa posibilidad sea remotamente cierta.

Muchos cambios; como una bandera que se mueve al son del viento. Una bandera que siempre he izado para hablar de verdades que quizá no he llegado a plantearme con sinceridad. El momento se vuelve a evaporar y mientras pienso lo que escribo mi conciencia se vuelve etérea. Cada vez el camino está más empinado y las hierbas del bosque me impiden avanzar.

Una suave onda recorre mi visión como una montaña en el horizonte. Una onda que prevé el cambio innato que he de sufrir en cada momento que pasa, que inexorablemente acontece. Pero estoy contento, porque el cambio es futuro. Y tan claro lo tengo como que sé que el río fluye a través del llano. Mi futuro es desear y mantener el cambio controlado, pero un cambio constante que no me estanque, que no me convierta en un recuerdo de lo que pude haber sido.

Ahí pongo mi empeño y mis palabras quizá sean las que más fielmente reflejan que el cambio ya se está produciendo.... muy lentamente.