viernes, mayo 12, 2006

La vida es un cuento... ¿quieres contarlo?

La delicadeza se evapora. Todo sentido racional y consciente se elimina. Sólo tengo delante un objetivo, una meta única y definida. Mi cuerpo se tensa, mi mente se prepara; es la oportunidad que estaba esperando. Me lanzo al vacío, explotando mis músculos y focalizando mi mirada en ese punto exacto que une deseo y percepción.

Mis manos y mis piernas se mueven al unísono, mi inercia se multiplica y el foco de mi destino se incrementa a cada segundo que pasa. Sé que puedo llegar, sé que puedo; está muy cerca, cada vez más cerca.... Cruzo el umbral, la puerta que me conduce al paraje aterciopelado, al paisaje de frondosas y humildes estepas.... y lo más curioso de todo: No estoy solo.

Unas figuras me miran extrañadas; ¿quién es este ser que viene a inmiscuirse en nuestra quietud? Observo sin prestar atención por encima de sus cabezas al lejano atardecer esperando que mi risa recogida por volver a casa no sea malinterpretada. Debo darme prisa antes de que anochezca si quiero llegar a tiempo. Mi demora no puede producirse.

Ya lo veo en la distancia. Un paseo tranquilo, firme y sereno es el mejor ingrediente para llegar con prontitud. Sin pausa pero sin prisa. Extraigo mi pipa y me siento en un recodo del camino. Veo más gente. Gente que pasa rauda... es normal; no quieren perderse el baile y los fuegos artificiales.

Después de saludar al tiempo por concedernos tan buen clima prosigo mi camino, ensimismado en las palabras que tendré que pronunciar a la multitud, sin saber siquiera el porqué he sido convocado.... o quizá sea mi memoria que ya va fallando, será eso, sí, seguro que es eso......

Ya veo las primeras caras que me reconocen y que me esperan. Me saludan al pasar y me ofrecen ojos admirados. Creo que esperan mucho de mí o algún necio ha ido contando falsedades propias de cuentos de niños.... La gente se sigue agolpando, cada vez veo menos huecos libres en el camino y el lento discurrir acompaña todos nuestros pasos. Un trío de músicos ameniza la lenta caminata subidos a un pedestal de madera. Que vivaz es el toque de la flauta y de qué manera tan eficaz llega a reconfortar las almas que transitan por estos parajes.

Por fin veo mi destino, una plaza grande correctamente engalanada y curtida de guirnaldas. Hoy va a ser una buena noche, llena de magia y esperanza !!. Alcanzo un lateral de la plaza y contemplo cual será el sitio en el que me sentaré. Llego a la hora exacta, a la hora convenida. Lo leo en los muchos rostros que ya me esperan. Ahora sí que doy gracias a mi cuerpo por traerme, todo el esfuerzo ha valido la pena.

A duras penas me abro paso entre la multitud que se agolpa, están deseando que empiece. Observo cómicamente a todos los niños que juegan ajenos a la realidad. Su inocencia es su bien más preciado; ojala yo ahora tuviera más para poder ofrecerla y compartirla.

Ocupo mi sitio y contemplo lo que me rodea. Cientos de personas comienzan a guardar un silencio que anteriormente ocupaban conversaciones variadas. El murmullo se va a apagando, el momento ya llega, ya se palpa. Espero a que todos me miren y tranquilamente vuelvo a coger mi pipa. Enciendo su humo cálido y amigo y comienzo a hacer fluir mis palabras al viento. Ya tengo decidido cual será el cuento de hoy.