jueves, mayo 25, 2006

Sólo uno debe ofrecerse, sólo uno debe darse

Mi cabeza está a punto de estallar. Mi concentración se evaporará en breve. No puedo estar tanto tiempo dedicado a no hacer nada. Necesito algo que me proporcione aliento, un toque mágico de sutil esencia, una brizna seca de dulce elixir. Por fin comienzo a ver la salida en este puente de amplia longitud.

Echo una bocanada de aire, de un aire viciado por el tiempo que he estado viendo y viviendo en una ciudad muerta, carente de emoción alguna.... una ciudad de un eterno color gris. Respiro brevemente, contemplando la altura deformada de metales profanados... mis pulmones son incapaces de digerir tanta polución, tanta sensación de opresión inconsciente.

Mi vista permanece turbia y sé que ya se va a recuperar. ¿Qué hago aquí en este mundo desdichado y material? Veo rostros cercanos que no cejan en su movimiento diario, ninguno de ellos conocido y ofrecido. Mi lento discurrir por las calles de metal va dinamitando mi conciencia, mis pasos se predisponen a fracasar y a no poder avanzar más. ¿Por qué esto me ocurre a mí?

Necesito un punto que reconozca, una meta a la que llegar para olvidar la congoja que lleva tiempo atrapando mis sentidos. Mi cabeza vuelve a manifestarse y mis músculos piden acción, necesitan un aliciente que olvide el pesar que los encadena. Todo me señala, un fracasado marcado en rojo dentro del entorno. Nadie puede entender la muerte a la que me somete la ciudad.

Una muerte lenta que pudre el interior y muestra las maldades de lo cotidiano. Un color anodino e infeliz acorde con el espíritu que la rodea. Pero siempre es una verdad ficticia, una creencia que se esconde tras el manto de lo que uno propiamente es y siente. Y es fácil de demostrar, y aún más de vivir. Salto hacia arriba todo lo que mi potencia puede abordar y dejo que mi cabeza caiga en el hoyo. Dejo que la propia ciudad absorba todo aquello que ya no puedo contener.

Me sumerio. Mi propio yo vuelve a mentir al entorno. Ya no soy aquel que paseaba; él es un retrato de lo que se ofrece y no se conoce; una muestra en un escaparate de escasa sinceridad. Veo lo que hace a través del espejo que me ofrece el agua bajo sus pies. Yo soy otro y no ahora no quiero volver.

Mi doble viaja de un lado para otro, continua su deambular pesado y cansino. El tinte de color es sutilmente diferente donde me encuentro. Los colores palpitan a cada movimiento, el azul y el rojo se combinan en una gama casi imperceptible. Ya tengo la idea, ya la capto !! Me comunico con mi reflejo y le presento el plan.... no hay mucho tiempo. Lo tenemos que hacer ya.

En un momento dado, extiendo mis manos y comienzo a girar en el mundo de colores. Mi doble me imita y el baile da sus primeros pasos. Paso tras paso la rueda gira cada vez con más y más fuerza.... la inercia bate el entorno que comienza a escapar hacia arriba. Funciona !!. El color comienza a moverse, a llenar espacios en la silueta de mi doble. El gris deja de dominar su cuerpo y un arco iris se refleja poco a poco en todo su ser.

Sigo sin parar hasta que todo acaba. Ya somos dos en el mismo circulo y la alegría se palpa entre nuestra conciencia única. El colorido luce hermoso y se ofrece predominante ante un mundo gris que sólo aprisiona la moral de cada uno. Ya somos dos en uno, dos conciencias en un único cuerpo, que se ofrece lleno de matices y expectativas, que da un abrazo al que se acerca sin excusas.

Uno siempre, uno con todos, uno y sólo uno. Mis pasos ahora avanzan tranquilos, jugando a pintar frases imposibles en cada rincón de la tétrica ciudad. Aquí estoy, aquí estamos. Si no te ofreces como eres, antes o después arrepentirás el destino que nunca llegaste a tener y que siempre estuvo al alcance de tu mano.

Porque aunque tu diferencia te haga sobresalir y resaltar, hay que ser humilde y capacitar a tu mente para que agachar la cabeza no signifique vasallaje. Un minuto más y ya me voy, haciendo lo que siempre he querido hacer, sentir que dentro somos muchos pero que uno solo es el que debe darse, sólo uno el que debe ofrecerse.