miércoles, junio 21, 2006

Elegir en el camino de decisión ... sabiamente

Realidad que no es la misma para todos los interlocutores. La inocencia y el sentir que la bondad hacia todos, hacia otros es un privilegio propio hace que todo lo que veo se distorsione porque mi verdad no es la que se comparte. Quizá porque el entorno es mucho de lo que yo no soy, o quizá porque yo no estoy a la altura de lo que se me pide.

Ante todo lo que sí debo de tener claro es abogar por una postura no conservadora, una postura de conocimiento que cimiente mis bases y lograr a la vez no corromperme con las maldades escupidas y que dentro del contexto de mi ciudad tienen tanto y tanto sentido.

Creo que no me estoy volviendo insensible ante la intolerancia que me rodea; pienso que me adapto a un concepto que soy incapaz de digerir; un estado que me es extraño y que aborrezco. Y la única salida es seguir siendo lo que soy dando raciones de racionalidad a quién creo que merece escuchar las verdades que se hallan ocultas.

Pensamiento positivo para solventar las barreras impuestas; para esforzar al cansado transeúnte en su faena diaria; para enriquecer los rincones yermos de espectativas por cristalizar; delirios hipnóticos que sincronizan con mis ideas para bailar una danza de sentido y color.

La soledad no es una respuesta; es un cúmulo de sensaciones que se establecen dentro y que tienen como misión el esforzar al subconsciente en avanzar más allá del propio entendimiento hasta alcanzar las metas que otros han dejado para ti; para que inexorablemente tú las encuentres.

Dejando caer una moneda veo que su giro se materializa en mi mente. Me muevo al compás que un agente externo me muestra y soy incapaz de nublar mi vista consciente de aquel foco de rectitud, de decisión y de azar. Mi capacidad de elección es limitada en un mundo de dos caras; una situación a la que se llega con demasiada frecuencia y que en la mayoría de los casos ofrece alternativas sumamente dispersas y dolorosas.

Yo soy, yo decido, yo puedo. Cada brizna de mi conciencia me acerca al camino que debo recorrer y que con mi razonamiento se desborda. Soy el arquitecto de mi propia existencia, un círculo que cruzo con demasiada frecuencia para responder a las preguntas que la soledad no puede contestar. La realidad hoy no es mostrar tus cartas sino sentir que esas cartas son verdaderamente las tuyas.

El sol brilla dejando su estela presente en mi conciencia. Un brillo que se renueva con cada nueva idea que se empapa; con cada hilo de pensamiento que soy capaz de crear. Mi presente se llena de un bosque de margaritas, de un lago plagado de recuerdos, de un camino que se desvanece lentamente en la distancia... de un futuro que me aguarda, prometedor y sincero como yo mismo.

Nadie me persigue hoy. No recuerdo tanta placidez en mi conciencia, no soy capaz de atisbar tanto tiempo para mí, no puedo merecer lo que se me concede... algo que ya estoy malgastando y de lo que yo mismo soy muchas inconsciente. Pero mis propios hábitos me han conducido hasta aquí, ¿quién soy yo para refrenar su experiencia y precisión?

Sigo lentamente ensombreciendo la concordia de las sombras que me rodean. El sitio donde debo ubicarme no es este una vez que la actualidad ha llegado hasta mis manos. Presto atención, con cuidado, y observo el palpitar que exhalan el resto de congéneres, el resto de sonámbulos vitales. Levanto un dedo, pronuncio unas palabras y lanzo unas palabras al aire.

El gris embadurna mi ropa.... ya sabía que pasaría. Risas, jolgorio, dulces manjares y multitud de comentarios sumamente injustificados. Que lejos está este lugar de mis recodos y meandros. Dejo vagar mis sentidos, ajena conducta de lo cotidiano que me ofrece una vía para encontrarme, para matizar aquello que se dice a expensas de los desconocidos. El silencio se vuelve mi arma. Mis ojos son el destello del querer y no compartir, del secreto escondite que ahora protejo.

Ahora estoy tranquilo, el avance se ha parado y el descanso llega plácidamente. Es hora de cerrar los párpados a pensamientos profundos. Es momento de cerrar las puertas que encierran aquellos secretos dispuestos a ser encontrados. El reposo acaba venciendo la conciencia extraña y ajena de los demás... el vigor volverá y el campo volverá a tomar su color.

Me embriago del sin-sentido. Me dejo llevar... quizá hoy tenga que volver pero las posibilidades son escasas y el cansancio ya se ha apoderado de mis llaves. Doy un último adiós a mi propio interlocutor y dejo que se apoderen del resto de sentidos.

Ahora no soy yo y sólo yo puedo pararlo. La frontera existe para quien no merece la vía libre ... ¿pero quién soy yo para juzgarlo? quizá no lo soy, pero si soy dueño de mi decisión y de mi elección; y está en mi terreno el saber a quién ofrecer el terreno que piso.

Elige sabiamente el camino de decisión y busca aquel compartir que no se una en tu contra y juegue con el sentir sincero y de mirada cándida que tus ojos ofrecen. Nadie mejor que tu valorará el dolor de sufrir la pérdida conocida y la traición inesperada.