miércoles, mayo 31, 2006

Solo es cuestión de tiempo

Las manos agarrotadas y la impotencia de que no puedes hacer nada. Sientes la belleza desplazarse suavemente como una tela de seda delante de ti, flotando por cada esquina que cubre tu vista. Tan lejos y tan cerca. Un baile que embriaga, un cariño tan profundo que no puedes molestar ni enturbiar, una danza esbelta que desgarra cada certeza acumulada.

Agua que no debes molestar, un cruce de caminos que cuesta traspasar sin ser aquel que rompe la armonía. Un pianista de notas delicadas, de sonidos armoniosos y sencillos... pero todo es tan difícil. El cruce y la decisión, pautas de la misma conducta y que provocan extrañeza cuando no eres tú el que tienes que elegir la dirección a tomar.

Un rumbo equivocado puede ser el que tomo, pero la constancia de planteármelo me hace ver que mi mente me dará la razón una vez que mi corazón deje de sufrir. Tiempo y movimiento, recibos y deudas que día a día tengo que pagar. Mi propia memoria no recuerda situaciones parecidas pero yo mismo debo evolucionar y fijar el rumbo que a veces me viene impuesto.

Lanzo una primera bengala al aire; un fragor rojo intenso se eleva en lo alto. Quiero que se acerque, que perciba en donde se libra la batalla. Ya vienen (they are coming), la oscuridad se refleja en sus miles de ojos amarillos, se palpa un odio inhumano; esas bestias están dispuestas a acallar el más leve murmullo de mi garganta.

Pero esta vez ellos creen que estoy solo, y hoy se confunden. Lanzo una segunda bengala hacia su encuentro. La luz se abre paso entre sus fauces, una luz que comienza a cegar y es el reclamo de aquello que aún no puedo controlar. Es la llamada de mi salvación, del escudo que inexorablemente me va a proteger ante tanta corrupción.

Su volumen comienza a cubrir el cielo y la tierra. Aparece de repente, sin avisar; su figura imponente recuerda a un gigante y sus movimientos comienzan a recordar para qué se le fue convocado. El odio comienza a corroer sus entrañas en un intento desesperado de hacerle caer, pero no funcionará una artimaña tan sencilla como esa.

El suelo comienza a retumbar y un grito desgarrado se eleva en el aire. Una potencia descontrolada que inspira temor; que ofrece cercanía porque sabes que tu no serás el destino de su ira. Adelante, ya es imparable; nada podrá detenerlo de hacer aquello para lo que ha sido concebido.

Mi partir es inmediato. Nada queda para mí en esta escena dantesca. Demasiadas deudas acumuladas se juntan ya en mi haber.... es momento de devolver la gratitud que tantos me ofrecen desinteresadamente. Me oculto en la sombra de la oscuridad y envuelvo mi capa sobre mi cuerpo. Ahora soy sólo uno y mi destino me espera. Allá voy.

Dejo en la distancia la fragilidad hecha montaña y llego al valle que dejé en mi anterior sueño. Las telas y las fragancias sutiles vuelven a reordenar mi cabeza; mi paraíso se muestra ante mis ojos y mis manos vuelven a su destino encerrado. Ya estoy aquí, descansando lo poco o mucho que mi experiencia ha querido que avance.

Paro mi atención ante tanta belleza e incomprensiblemente una idea retorna a mi cabeza, perenne en su empeño de querer embriagarme en situaciones similares. Un día te alcanzaré, te cogeré allí donde ahora no puedo. Buscaré el método y la manera de romper la tenaza que me atora y que no me deja palpitar en libertad.

Ese es mi objetivo y mi dicha. Un rincón sobre el que abrazar aquello que se me prohíbe. Sé que se acerca el momento, el instante que yo deseo y del que yo mismo soy cómplice. Y alguien me ayudará a conseguir ese empeño. Lo sé, sé que alguien vendrá. Mi seguridad se basa en mis sueños; en los que unos ojos me contemplan desde el otro lado y que son capaces de entender lo que ocurre en mi interior.

La alegría me desborda. La libertad está cerca y sé que ya se acerca, con unos ojos y una llave que abrirá mi cerradura de las ataduras que me impone la vida mortal. Ven, no te alejes mucho, ven más cerca. Rompe las cadenas que separan la distancia y abraza al mundo con la misma amabilidad que te ofrecerías a ti mismo.

Ser libre, mi deseo oculto y ya descubierto. Sólo es cuestión de tiempo.