jueves, julio 20, 2006

El descanso para el alma

Un sendero que se recorre limpio y puro. Ninguna pisada contagia el lento discurrir del tiempo. La propia naturaleza ha cuidado con mimo cada detalle para mostrar al espectador un paisaje inusitado y único. Miedo me da el pensar que soy aquel que tendrá que romper la magia del entorno, enturbiando con mi lento caminar aquel espejismo que ahora contemplo.

Sé que soy parte de la naturaleza y lo más posible me intentaré parecer a ella para no dejar que el proceso se interfiera con mi presencia. Seré uno, en comunión con el propio entorno, y es ahí donde estoy poniendo todos mis esfuerzos.... y quizá esa sea una de mis tareas finales: no tener que realizar esfuerzos para estar en comunión con todo aquello que me rodea.

Y esta es una cuestión de hábitos. Uno se da cuenta que con su perturbación provoca reacciones discordantes y movimientos que no puede controlar. Y es ahí donde uno puede comenzar a actuar y elegir cual es la mejor de las opciones que den como resultado el mejor bien común. Y a base de disciplina y de asentamiento de la propia esencia es cuando conseguimos lo que a primera instancia es inalcanzable: ser uno mismo en el entorno.

Y muchos de los principios se aprenden, pueden ser fácilmente conocidos y estudiados. Y una vez que se conocen, se deben desarrollar la habilidad específica que permita manejar adecuadamente el principio; que permita que esa verdad que ahora forma parte de ti y que coincide con todo lo que llega a interesarte sea una contigo. Práctica y más práctica.

Pero sólo es en función de tu propia actitud cuando el resultado de la ecuación final puede tener o no éxito. Si adoptas una postura derrotista, apaga la luz y deja que otros intenten por ti andar el camino. La tensión constante que ofrece el palpitar del saber que tu esencia se dibuja día a día te ofrece en la mayoría de los casos un marco incomparable para discernir los sucesos de cada día. Y es en esa encrucijada en donde tu respuesta juega un papel determinante.

Puedes sentarte en un lateral y ver el devenir del resto de personas que forman parte de tu visión más cercana. Pero también puedes sentir el bombeo de energía que llega a cada una de tus extremidades y convertirte en el foco de tu propio destino. Eres tú el que adopta una postura ante tu propio devenir y las culpas que echas a los demás no son más que meros insultos que te estás dirigiendo a ti mismo.

Yo he elegido ya el poder relanzar mi presente tal y como quiero vivirlo en cada instante; ser el propietario de cada una de mis decisiones; no dejar que el tiempo carcoma mi propia independencia; dejar de lado la visión del no poder hacer nada. Todo tiene un principio y en la vida el principio más claro es que tu puedes serlo, tu puedes ser el comienzo de algo grande y si no lo eres es que tu mismo estás menospreciando todo aquello que puedes ser, que indudablemente puedes llegar a ser.

Y si todavía no estás convencida, deja que los demás te tiendan una mano. Arrópate dentro de la cercanía, que su presencia calme tus temores y que su abrazo reconforte ese alma que se pregunta lo que puede hacer. Busca cerca, a tu lado, siente el calor que se te da... y déjate llevar, porque el compartir lo que sientes es lo más bonito que puedes ofrecer.

Lágrimas derramadas en el camino. Compartir para estar vivo. Sentir la presencia del otro pegada a la tuya. Recuerdos que muchas veces son presente y que se manifiestan ahora cercanos. Un pie tras otro dejo el lugar de indiferencia que el camino me propuso.

Alzo la mirada y veo todo aquello que falta por llegar y que paladearé en su momento. Miro hacia el pasado que ha conformado lo que ahora soy, agrio y dulce sabor de sensaciones siempre placenteras. Soy consciente de lo que soy y hacia donde voy, estoy en el camino... bienvenido a mi cercanía, a mi abrazo sincero que con cada palabra te muestro. Bienvenido, lector asiduo, a esta mano extendida que con cariño y sin reservas te entrego.

Mi eterna risa se contagia con el trinar de los pájaros. El día de sombras todavía no ha llegado y es momento de disfrutar la fruta que se me ofrece. Me siento a esperar el devenir del resto de viandantes. Seguro que alguien me ofrecerá ese descanso que hoy necesito para mi alma.