lunes, julio 17, 2006

¿Qué es lo mejor que puedes hacer con tu vida?

El principio de todo camino es ser consciente de que existe. Acostumbrar la forma de pensar y actuar para hacer llano el camino de la decencia; de establecer unos principios transparentes y sinceros que no se dejan mecer por el grito inoportuno del dolor de otros, por la corrupción que aflora sentimientos encontrados y muchas veces olvidados.

No aprendemos de las lecciones que nos da la vida porque tal y como dije antes, hay que ser consciente de esa lección en primera medida y en segunda ser capaz de allanar los baches en la propia conciencia para aceptar los cambios. Leyes básicas que rigen tantos y tantos principios que a veces se escapa su propio fin para dar lugar a interpretaciones egoístas y búsquedas de salidas equivocadas.

La ciudad te oprime y te mece al son de las olas que menos te convienen. Grandes flechas te marcan la senda a seguir, un remolino de imposibles proporciones intenta atraparte y sumergirte en la recóndita oscuridad. Un mágico instante que enturbia y capta cada una de las fibras de tu pensamiento, que abotona tu libertad de decidir y marcar hacia donde quieres ir.

En un instante de lucidez intentas volver la mirada atrás y una corriente eléctrica te paraliza los músculos. No quieras intentarlo, parece decirte el cuerpo. Que irreal es la sensación y a la vez tan sentida y sufrida. Ahora soy consciente, y no sólo del dolor que recorre mis entrañas, sino de que la marea me lleva hacia un destino que quizá no es el que quiero escoger.

Ahora es cuando empiezo a ser consciente de lo que me depara. Un planteamiento gris; sin color ni esperanza de redención. Y veo que los tambores están sonando en la otra dirección. Un sonido que me recoge y calma mi alma, una sensación de pertenencia como nunca antes había experimentado. Mi vida tiene color y la corriente me empuja a sufrir por no tener aquello que quiero y deseo.

Y en esa espiral es donde el día a día me mueve. Intentando esquivar los baches que el propio remolino inventa para mí; saltando las trampas que el presente depara en cada esquina; creyendo que la propia mezcolanza de lo que uno es puede desbaratar la más intrincada de las telarañas que alguien pueda poner ante tus ojos.

Recuerdo mi andanza por la ciudad esta misma mañana. Una ciudad plomiza, de reducidas sensaciones, de múltiples marionetas acoloradas. Momentos en donde el color deja de existir y convierte las conciencias en dormidos pensamientos. Y es ahí donde tengo que jugar mis cartas; una mano que indicará mi propia transparencia hacia el mundo y que sólo así logrará sobreponerse al eterno pintor de mentes inocentes. Y sólo así podré ver al prójimo como quien es; sin ser uno más en la corriente.

Aquí me tienes, sólo y desposeído de todo lo que no es mío; y que sólo así podré reclamar como propio. Acércate sin miedo, deja que el espacio que nos rodea se acorte y comienza a enlazar los sentimientos que has perdido hasta el momento. En todo camino hay esperanza y nunca es tarde para comenzar a andar hacia atrás, hacia aquello que hoy creías que era el futuro.

Comienza a ser el trovador de tu propia melodía y estudia lo que te dice clara y cristalinamente el corazón. Busca el ritmo que te atrae, que coincide con la llave de tu felicidad y no dudes en seguirlo. Respeta a todo aquel que te rodea, hazle partícipe del rincón en donde estás, de tu propia fragilidad esencial. Dale lo que tienes y ofrécete sin resquicios.... y respira por fin el aire que has creado.

Aquí está la magia. La magia es saber que no existe otra que la que tu mismo quieras crear. El misterio se resuelve. En tu mano está todo, todo está en tu mano y es en tu propia elección en donde defines que es lo que hay o deja de haber en ti mismo. Básicas palabras que llegan a encerrar el secreto que cada uno tenemos dentro.

Toma mi llave, explora lo que soy; no hay sentir más sincero ni verdad más certera. La mejor forma de ser parte de algo es que dejes de ser para ti mismo y que consigas ser el conjunto de todos y cada uno de los que forman el entorno. Deja que tu belleza entre en los demás; no dejes que el tiempo enturbie tu alma y encoja el corazón que desea volar. Aún estás a tiempo, sal afuera y grita; este es el momento... tu vida ahora es tuya y créeme si te digo que compartirla es lo mejor que jamás podrás hacer.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Esta mañana caminaba por una ciudad en obras. Miraba las calles, y venía a mi ese lugar antes de que nadie inventara nada, antes de que estuvieran las aceras, los ladrillos, los adoquines, el asfalto: todo eran caminos sin nombre, inexplorados, vírgenes. Pero ahora la ciudad nos dice por dónde ir y por dónde no.
Sin embargo, en un jardín, el agua que regó ayer las palmeras dejó un surco entre los matorrales, tierra ondulada, poesía de naturaleza sin nombres, lleno de curvas de armonía y de esperanza. Sigue habiendo vida, sigue habiendo esperanza, siguen habiendo caminos que siempre se hacen por primera vez.

6:22 p. m.  

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