martes, octubre 31, 2006

Lo que nunca puedo dejar de ser

La luna palidece en el horizonte,
el sol brilla dentro de mi mente,
hoy será un gran día,
y las sombras llorarán recogidas y alejadas.

Todo por nada,
bombardeos de información continua,
penas que al alba se destrozan,
sincero malestar que se esfuma y me conmueve.

Quiero seguir estando,
quiero seguir viviendo,
quiero enfatizar mi aliento y mostrarlo al mundo,
tal y como es, tal y como siempre ha sido.

Colgar la vergüenza del no saber,
de eximir a tu conciencia del análisis,
de dejar la mano colgada, laxa ante la mediocridad de otros,
ante la impotencia del creer que no puedes hacer nada.

Esta es mi expresión,
fielmente reflejada, sencillamente marcada,
y que me permite ser yo sin paliativos.

Paredes que se derrumban, ausencias que no contestan,
gritos al aire en una distancia infinita,
surcos en la arena de cemento,
caminos hechos con imaginación.

Una marca tengo en mi pecho,
un dolor que no se ahuyenta con la oscuridad,
y que siempre está ahí,
recordándome lo que nunca puedo dejar de ser.

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martes, octubre 24, 2006

Tus ideas son mis palabras

Un sueño tranquilo, rodeado de recuerdos que aún no han llegado y que juegan con mi mente. Recopilo miles de imágenes, las asocio y brotan suaves momentos carentes de presente, esencias que sólo tienen ahí su espacio y su recorrido... y quizá sea mejor así.

Es la fantasía que supera a la realidad, al encuentro con vidas y pasiones ajenas al color que pinta el cepillo de tu verdad. Confusión mecida en el viento de tu conciencia. ¿Qué será lo correcto ante las múltiples sensaciones que captan mis sentidos? Dejarse llevar, que el tiempo transcurra según sus parámetros. Deseo envolverme en su lento recorrido y olvidar las eternas preguntas que nadie puede responder.

Compromiso, el principal conmigo mismo. Descubrir todo aquello que me falta, la conciencia de los puntos ocultos, la espina clavada en el ojo ajeno. Mil causas que me impiden continuar, encontrar las palabras que alumbren la escalera de subida. Oscuro foso que nubla la luz de las ventanas, el aire puro que ya apenas puedo percibir.

Cadenas. Habitaciones repletas de muros que te acorralan, manos que te buscan con ansia, que quieren atrapar cada palpitar de tu corazón; dardos envenenados que apuntan certeramente a tu línea de flotación. Todo te impide el avance y cada vez el caminar se hace más lento, más pesado .... más mortal.

Olvidar. Me voy. Me alejo del problema y otra vez la fantasía vuelve a coger el testigo. Aquellos seres mágicos vuelven a plagar lo cotidiano, acaparan toda mi atención, todas mis miradas, toda mi inocencia. Ahí están, tratando de dar sentido a cada zancadilla, que por ser tan físicamente real, tan quebradamente odiada, me hace daño sólo el pensar en que tendré que volver a remangarme el pantalón para recibir la ración diaria de amargas caídas.

En la casa en la que todos vivimos hay cada vez menos esperanza. La mente del ser lóbrego que todo lo ahuyenta está cada día más presente. El aire entra impasible a través de los agujeros que todos hemos ayudado a crear... el frío atenaza nuestros cuerpos, desprovistos del calor que el hogar que los cuentos suelen presagiar. El sueño es cada vez más escaso, terribles ruidos hacen crujir los maderos. El jardín ha dejado de ser un lugar de quietud y de risas; se ha vuelto inhóspito ante nuestros ojos... múltiples sombras pasean mirándonos con esos ojos vacíos.

Y de repente, llega el remedio. Abro los brazos. Estiro las piernas y mi cuerpo se convulsiona pletórico de energía. Podrán quitarme la esperanza de ganar cualquier batalla pero nunca podrán quitarme el poder elegir de qué manera quiero vivir mi esencia... y hoy más que nunca decido apostar por lo que creo justo y luchar por la opresión que día a día quiere llevarme en un sentido al que muchos ya han sucumbido.

Esta noche la oscuridad es luz, luz sobre mi mente, que me hace ver lo confundido que a veces puedo estar. Mi caída no es más que el mejor impulso para poder continuar paso a paso la senda que cada uno se impone. Y ahí radica el pulso que cada uno debe jugar. Ser consciente con el entorno, ser consciente con uno mismo, y dejar que tu alma guíe el destino.

Miro al horizonte. Muchas colinas se muestran ante mí. Es hora de comprobar qué me depara hoy el día. Las palabras no son suficientes, hay que vivir, hay que sentir, hay que palidecer ante el florecimiento de la vida a cada paso. Y la respuesta a las preguntas está en ti. Tu das sentido a la espera, tu das sentido al tiempo y los actos. Todo está en ti.

Nadie tiene derecho a traspasar la frontera de tus decisiones... aunque cada vez lo hagan con más descaro. Mi interés y el de los demás debe ser lo importante, no debo dejar que abotonen mi conocimiento con vanos intentos de colapso informativo. Sé quien soy y cual es mi papel dentro del universo. Ser uno más, con voz propia y diferenciada, que busca con afán ofrecer lo que sabe al mundo que le rodea.

Presente, pasado y futuro se acercan hasta el punto que mis dedos señalan hacia donde voy, hacia donde van. Hoy soy, y mañana. Nada será capaz de quitarme el sueño que hoy apaciblemente voy buscando. Ser uno en el infinito, y dos, y tres... en donde lo que importa es la calidad moral de cada uno y no lo grande o fuerte que uno puede ser.

Y cuando ocurre esto, mis sentidos palidecen, porque yo tengo que encontrar mi camino, en donde inexorablemente tendré que estar solo, y a la vez acompañado. Mis palabras son tus ideas, tus ideas mis palabras. Que los dardos del amor te acompañen, mi amig@.

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lunes, octubre 16, 2006

La piedra al infinito

Las palabras se escabullen como torrentes de agua; grandes masas del traslúcido elemento que arrasan lo que encuentran a su paso. Impotencia ante la espera, ante el saber que poco o nada se puede hacer. Otra vida más trastocada por los hilos que tiran de todos; del complot mundial por hacer que la corriente siga fluyendo en el mismo sentido.

Se acaban las experiencias y nuestras mentes piden cada vez un rincón más allá del precipicio, del abismo que muchos nos quieren ocultar y que se marca palpable ante nuestros ojos. Miles y miles de vidas perdidas, y el número aumenta. Orden caótico que sólo compensa a los que más tienen. Todos los cabos están bien atados y cualquier ataque premeditado a una de esas defensas desencadena la respuesta inmediata del mazo acusador.

Y el círculo se cierra. Nuestras mentes deben estar ocupadas en otros menesteres antes de suponer un problema. Deben dejar de pensar por sí mismas y situarse en un estado de duermevela perpetuo. Nada más preciso que obsequiarnos con un control absoluto sobre los poderes mediáticos, esas perlas informativas regidas por unos pocos; que consiguen que nuestro pensamiento sea el suyo, nuestra opinión la suya, nuestra verdad la suya.

Somos pasajeros de un tren que otros conducen y nuestra única opción es abrir y cerrar la ventana.... y nunca el elegir el destino hacia donde nos queremos dirigir. Una carretera fluctuante, en donde miles y miles de vehículos transitan hacia el mismo porqué, hacia el mismo centro. Las manos atadas, viendo un paisaje que no es el que quiero ver, que no es lo que quiero experimentar, impuesto ante mis ojos por otros que me consideran un número más en las encuestas.

Oscuridad; eso es lo que veo a mi alrededor. Y por ello no puedo de dejar de ser aquello que se oponga ante tal irrealidad. Quiero y busco ser una luz en los momentos duros, un apoyo en los instantes trascendentes, un látigo que rompa la monotonía neuronal. Una verdad que se expanda, que se transmita rápidamente, de corazón a corazón, de latido a latido. Una verdad que nos dé la verdad del mundo, la verdad de lo que significa vivir en la ciudad.

Ataduras; son las que estiran mis músculos oponiéndose a estas palabras. Soy un producto encerrado, limitados por las reglas que otros imponen a conveniencia. Mi futuro, mis esperanzas son las que otros definen. Mis preocupaciones son la verdad que otros fabrican a través del conjunto de cosas que mis ojos entrevén a cada instante.

Número; uno más de tantos y tantos que hacen que la corriente corra rauda a arrasar a más y más gente. Gente que sucumbe ante la avaricia de otros, personas con nombre y apellidos que imploran libertad y esperanza en unos medios controlados por los mismos que les quitan el pan. Intereses creados que nunca tienen fin, que nunca dejarán en manos de otros el lanzamiento de la ruleta.

Y la rueda sigue girando en interés de unos pocos. El lobo tiene muchas caras y nunca duerme.

Sé luz, mi amigo. Porque no hay mejor forma para golpear los corazones y aunar la voz de tantos y tantos que sufren ante la opresión de unos pocos. Sé alma, mi amigo. Porque no hay mejor forma de dar lo que tienes y expresar el dolor que cautiva cada una de las miradas que realizas al conjunto de la ciudad. Sé tu mismo, mi amigo. Porqué no habrá una forma mejor de ser sincero ante el resto del mundo y de que tu espíritu contagie la existencia de ese otro mundo, de esa otra verdad posible que muchos ya conocen.

Porque si algo hay que sacar en claro de todo esto es que una gran mayoría somos los perjudicados y una pequeña minoría los que se benefician de nuestra pasividad. Y esto debe cambiar; todos debemos ser capaces de construir lo que el futuro nos depara; y la cuidad debe aprender que todos aportamos, que todos tenemos algo que decir.

Veo la salida del túnel, porque la pasividad aún no me ha invadido, porque soy capaz de escribir estas palabras, porque mis neuronas aún me recuerdan lo que está mal y lo que está bien...

No quiero ser un producto, un ser de pasividad innata. Quiero tener opinión propia y diverger si creo que es la respuesta adecuada. Aquí está mi esperanza de ver un mundo mejor rodeándome. Que esta piedra que lanzo a la pared infinita sirva para expresar mi opinión y que sabiamente sea escuchada por muchos.

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