miércoles, junio 21, 2006

Elegir en el camino de decisión ... sabiamente

Realidad que no es la misma para todos los interlocutores. La inocencia y el sentir que la bondad hacia todos, hacia otros es un privilegio propio hace que todo lo que veo se distorsione porque mi verdad no es la que se comparte. Quizá porque el entorno es mucho de lo que yo no soy, o quizá porque yo no estoy a la altura de lo que se me pide.

Ante todo lo que sí debo de tener claro es abogar por una postura no conservadora, una postura de conocimiento que cimiente mis bases y lograr a la vez no corromperme con las maldades escupidas y que dentro del contexto de mi ciudad tienen tanto y tanto sentido.

Creo que no me estoy volviendo insensible ante la intolerancia que me rodea; pienso que me adapto a un concepto que soy incapaz de digerir; un estado que me es extraño y que aborrezco. Y la única salida es seguir siendo lo que soy dando raciones de racionalidad a quién creo que merece escuchar las verdades que se hallan ocultas.

Pensamiento positivo para solventar las barreras impuestas; para esforzar al cansado transeúnte en su faena diaria; para enriquecer los rincones yermos de espectativas por cristalizar; delirios hipnóticos que sincronizan con mis ideas para bailar una danza de sentido y color.

La soledad no es una respuesta; es un cúmulo de sensaciones que se establecen dentro y que tienen como misión el esforzar al subconsciente en avanzar más allá del propio entendimiento hasta alcanzar las metas que otros han dejado para ti; para que inexorablemente tú las encuentres.

Dejando caer una moneda veo que su giro se materializa en mi mente. Me muevo al compás que un agente externo me muestra y soy incapaz de nublar mi vista consciente de aquel foco de rectitud, de decisión y de azar. Mi capacidad de elección es limitada en un mundo de dos caras; una situación a la que se llega con demasiada frecuencia y que en la mayoría de los casos ofrece alternativas sumamente dispersas y dolorosas.

Yo soy, yo decido, yo puedo. Cada brizna de mi conciencia me acerca al camino que debo recorrer y que con mi razonamiento se desborda. Soy el arquitecto de mi propia existencia, un círculo que cruzo con demasiada frecuencia para responder a las preguntas que la soledad no puede contestar. La realidad hoy no es mostrar tus cartas sino sentir que esas cartas son verdaderamente las tuyas.

El sol brilla dejando su estela presente en mi conciencia. Un brillo que se renueva con cada nueva idea que se empapa; con cada hilo de pensamiento que soy capaz de crear. Mi presente se llena de un bosque de margaritas, de un lago plagado de recuerdos, de un camino que se desvanece lentamente en la distancia... de un futuro que me aguarda, prometedor y sincero como yo mismo.

Nadie me persigue hoy. No recuerdo tanta placidez en mi conciencia, no soy capaz de atisbar tanto tiempo para mí, no puedo merecer lo que se me concede... algo que ya estoy malgastando y de lo que yo mismo soy muchas inconsciente. Pero mis propios hábitos me han conducido hasta aquí, ¿quién soy yo para refrenar su experiencia y precisión?

Sigo lentamente ensombreciendo la concordia de las sombras que me rodean. El sitio donde debo ubicarme no es este una vez que la actualidad ha llegado hasta mis manos. Presto atención, con cuidado, y observo el palpitar que exhalan el resto de congéneres, el resto de sonámbulos vitales. Levanto un dedo, pronuncio unas palabras y lanzo unas palabras al aire.

El gris embadurna mi ropa.... ya sabía que pasaría. Risas, jolgorio, dulces manjares y multitud de comentarios sumamente injustificados. Que lejos está este lugar de mis recodos y meandros. Dejo vagar mis sentidos, ajena conducta de lo cotidiano que me ofrece una vía para encontrarme, para matizar aquello que se dice a expensas de los desconocidos. El silencio se vuelve mi arma. Mis ojos son el destello del querer y no compartir, del secreto escondite que ahora protejo.

Ahora estoy tranquilo, el avance se ha parado y el descanso llega plácidamente. Es hora de cerrar los párpados a pensamientos profundos. Es momento de cerrar las puertas que encierran aquellos secretos dispuestos a ser encontrados. El reposo acaba venciendo la conciencia extraña y ajena de los demás... el vigor volverá y el campo volverá a tomar su color.

Me embriago del sin-sentido. Me dejo llevar... quizá hoy tenga que volver pero las posibilidades son escasas y el cansancio ya se ha apoderado de mis llaves. Doy un último adiós a mi propio interlocutor y dejo que se apoderen del resto de sentidos.

Ahora no soy yo y sólo yo puedo pararlo. La frontera existe para quien no merece la vía libre ... ¿pero quién soy yo para juzgarlo? quizá no lo soy, pero si soy dueño de mi decisión y de mi elección; y está en mi terreno el saber a quién ofrecer el terreno que piso.

Elige sabiamente el camino de decisión y busca aquel compartir que no se una en tu contra y juegue con el sentir sincero y de mirada cándida que tus ojos ofrecen. Nadie mejor que tu valorará el dolor de sufrir la pérdida conocida y la traición inesperada.

martes, junio 20, 2006

El camino es cada vez más patente

Disgregar lo cercano y hacer invisible lo ajeno. Transcendencias que se maquinan en el presente y que consiguen ordenar las inquietudes y situaciones que tarde o temprano pueden llegar. Las preocupaciones acaparan demasiado de mi espacio vital y quizá esta sea la menor de las preocupaciones; aquella que llega a ser transparente incluso a mi propia visión.

Blanco que deja de ser impoluto y cristalino. Miles de diafragmas segregan mi inquietud y mi palpitar ¿Cuánto somos capaces de abordar? ¿Y cuanto de lo que somos capaces lo podemos abordar con garantías de éxito? Quizá la propia existencia debe imprimir un equilibrio lógico y equidistante entre las partes que componen el universo de cada uno.

Y muchas de las dudas que se establecen en este recinto se corresponden con el saber conocer en qué situación y en qué instante del conocerse está cada uno. Las líneas del tiempo son pautas que no se dejan llevar, que subyugan la mente del que intenta atraerlas; y es por ello que su intervención es necesaria y en donde el mayor énfasis que podemos focalizar es dejar que nos acompañen en nuestro propósito y enmienda.

Hay que escuchar atentamente todo lo que se nos quiere susurrar. Muchos de los obstáculos que nosotros creemos que existen no son más que aliados en el camino. Hay que mirar con ojos cansados y confusos, con una mirada escrutadora que pueda darte las respuestas que buscas. Sé consciente de que tú eres el que menos sabes; al que más difícil se le va a hacer encontrar respuestas; porque este mundo a pesar de ser tuyo es a fin de cuentas tu mayor desconocido. Eres tu pero tú eres incapaz de saberlo.

Y esta situación se manifiesta en demasiadas ocasiones. Y en tu locura de creyente disperso sigues fluctuando en la senda, buscando la mejor manera de afincar los pasos que el día a día te depara. Sin ti nada tiene sentido y casi siempre lo más difícil es que lo que te rodea lo tenga. Parpadeo una primera y una segunda vez. Dejo que el tiempo se escape entre mis suspiros. Mi conciencia debe dejar la rapidez como respuesta al entorno.

Mi mano atrapa mi frente preocupada. Me siento en un recodo; el reposo es hoy un buen consejero, un amigo fiel ante la incertidumbre y ante la duda de la palabra dicha. Uno a veces debe dejarse llevar por la intuición a pesar de saber, de conocer demasiado bien las consecuencias del momento que uno mismo propicia.

El pasado ya no puede volver y la única meta evidente es admitirlo. Vuelvo a cerrar mis ojos cansados; pesarosos de ver un mundo siempre cambiante. 'Cambiar para que nada cambie' es lo que dicen unos, 'ser inconformista con todo lo que te rodea para saber adaptarte' dicen otros. Yo digo que primero debes conocer quién eres y lo que buscas para poder plantearte el resto de preguntas. Muchos de los que se vanaglorian de saber y quizá, de tanto que saben, se han olvidado de aprender la dignidad del saber quienes son.

Puedo bailar en comunión con mi alma; puedo danzar al ritmo que mi propio latir impone; puedo navegar entre estrellas que alumbran siempre la oscuridad que me persigue; puedo saltar sobre altas montañas y soñar que una brizna de luz ilumina mis ideas más acogedoras.

Puedo reír libremente y gritar al mundo todo aquello que soy; puedo susurrar en cada oído aquellas palabras que saquen lágrimas de mis ojos; puedo hacer brillar cada sonido que me envuelve; puedo pintar de colores la atmósfera que respiro y me alimenta.

Y todo esto lo puedo hacer porque soy yo; un ser indivisible y único en la naturaleza. Un espíritu cautivo y perecedero que ha nacido atado a una estaca que pretende hacerle ver lo cruel que es su propia existencia. Una verdad que encoge muchas veces mi propio ser para devolverlo al más profundo de los rincones.

Pero hoy el verde es mi color; una esperanza que solivianta mi corazón y lo deja expuesto bien alto; una bandera recurrente que decide mostrarse al mundo y no sufrir por la condena del encierro. Un signo vital, una sonda que lanza el buscador para equilibrar su presente y ser fiel a sí mismo. El caminante alejado de todas las cadenas que la vida le impone implora por su propio espacio, por su propia forma de existir; porque su propia existencia no puede ser de otra manera, es indisociable a sí mismo.

Ya descansé lo suficiente. Dejo que mi visión oculte la neblina que rodeaba a mis pensamientos; ideas de un viejo loco incapaz de distinguir entre la luz y la sombra. Bendita locura la que me trae hasta aquí... la que me arroja a este confín de mi propia mente.

La carcajada se abre paso una vez más. El camino depara muchas sorpresas inesperadas y quizá la mejor de todas sea el percibir que el camino no es el destino sino que mi propio yo es el que me alienta a encontrarlo, cada vez más cercano, cada vez más patente.

lunes, junio 19, 2006

La esperanza del destino

Cada movimiento que doy me recuerda mi objetivo. Silencio mis pasos y dejo fluir lentamente la adrenalina que circula entre mis brazos. Mi mente comienza a segregar un sudor frío preámbulo del instante que tengo que perseguir. Me sigo acercando, controlando cualquier impulso que deshaga la emboscada.

La trampa ya está lista. Vamos a por ellos.... Despliego mis armas curvadas; silbo al viento para que todos me acompañen; mi mente se nubla y viaja al ritmo de mis pasos. Ya nada puede detenerme y el frenesí que comienzo a imponer a mi presente es imparable.

Mi carrera comienza a acelerarse. Encuentro delante de mí al primer rival. Veo en sus ojos que ni siquiera sabe reconocerme y cuando empieza a atisbar lo que mi presencia significa ya es demasiado tarde. La última imagen que percibo de su rostro me muestra el miedo, un miedo sagrado hacia lo único que es capaz de romper su delicada esencia.

Me fundo en el baile; en una conciencia única que embiste sosegadamente y de la única manera que sabe a aquellos seres capaces de destruir la propia conciencia de lo que uno representa. Sombras del vacío que se alimentan del esfuerzo y de la delicadeza de otros. No merecen tener un rincón en el que refugiarse. Voy a hacer que se arrepientan de todo lo que han hecho.

Despierta guerrero, ¿donde está tu corazón?... Mi mirada vuelve a retozar y a ofrecerse a los que me rodean. ¿qué estoy haciendo? Las sombras están a mi lado pero desconozco el porqué soy yo el verdugo de todas aquellas almas. Este no es mi lugar y mi sentir nunca ha participado del odio recibido.

Esto debe terminar y dar pie a la reflexión. Reitero mi silbido, un sonido no esperado pero que debe ser acatado. Veo extrañeza en los semblantes cercanos pero no hay otro camino... debemos irnos. Me vuelvo de espaldas... tenemos que salir de aquí cuanto antes y olvidar el pasado cicatrizando las heridas que antes o después tendremos que encontrar.

Estamos lejos y el paso continuo sigue minando mis piernas. El horizonte nos obsequia con sus últimos atisbos de luz. El día se acabará pronto y espero que con él se vayan las penas que ya estoy acumulando. Mi propia conducta se me ha hecho extraña y la delicadeza con la que me dejé llevar es un síntoma claro de un problema que no parará de crecer.

Llegamos al destino... ya podemos descansar sin miedo a la oscuridad pero con temor a que nos dejemos llevar de nuevo por el baile; a que nuestro propio presente marque la pauta de una conducta francamente reprochable.... y aun así sigo viendo que es tan fácil... mi propia conciencia se engaña porque el aperitivo es demasiado jugoso.

Necesito descansar. El reposo dará mejor sentir a mis heridas y aclarará la mente corrupta. Dejo que la placidez me rodee, que los recodos conocidos inunden mis pensamientos impuros... me dejo llevar, mi conciencia se aleja....

Amanece. Ellos han estado aquí; han visto nuestro descanso y se han ido. Saben que el mal anida en nosotros y no pueden hacernos daño. Han dejado una risa burlona, una silenciosa melancolía del futuro que depara a la escasa lucidez... y yo no puedo estar más de acuerdo con ellos.

Hoy es un día triste en donde el presente se funde con el pasado para carcomer mis entrañas. Aún tengo mucho que aprender y lo primero que debo recordar hoy es el deber y el respeto para con mis principios. Ayer fui injusto y dejé que la brutalidad se manifestara. Si alguna vez vuelvo a pecar espero darme cuenta antes de que todo sea demasiado tarde.

Vuelvo a mi faena, sintiendo que las acciones pasadas me hacen crecer y dan sentido a mi acalorada mente. Todos somos fruto de nuestras decisiones y el peso que llevamos a nuestra espalda es fiel reflejo de aquello de lo que participamos.

Veré en mis errores una base sobre la que seguir asentando mi conciencia. Creo que esta es la única manera digna de ofrecer un recodo de esperanza a mi propio destino.

miércoles, junio 14, 2006

Vivo en un mundo de colores

El bosque me espera, apacible y sincero con el viento que lo traspasa. Mis pies desnudos cruzan el límite y se adentran, paso a paso; posibilidades que puedo explorar y que están por llegar. Aire puro que circula raudo y veloz; silencio, mucho silencio. Una calma tensa que abruma el espacio que ocupas. Una tormenta a punto de abatirse sobre ti, una látigo letal que viene en tu busca, destronando la oposición que se interpone entre ambos.

Siento una palmada tranquilizadora sobre mi hombro. Ahí están, confiando en el criterio que tantas veces he contado; siendo partícipes de la epopeya que aún tiene que llegar. No quieren perderse ni un instante del encuentro, no quieren ser ciegos relatores de un suceso famoso y desconocido. Están ahí por mí, por ti, porque forman parte del entorno que tu mismo has creado.

Una palidez de gris melancolía recorre mis sentidos. Necesito tener cerca todo lo que hasta ahora me ha acompañado; necesito el cariño de todos los que están y han estado; necesito beber la dulce miel del reposo voluntario, del saber crecer con un criterio constante y cristalino. Pongo mis propias palabras en el suelo de mármol, un altar que dignamente sacrificaré para ofrecer mis servicios al deseo que mi alma siempre ha anhelado.

Mi andar me sigue conduciendo a la explanada, ese recodo triste y solitario en donde el presente escapa a la propia intuición. Es el enclave perfecto que liberará el peso acumulado de los años y que conseguirá palidecer mi renombrado interior, esa farsa que muchos han querido desenmascarar y que nadie ha logrado desmitificar... porque básicamente es la verdad la que se impone ante la envidia y la malicia.

Palidezco ante la belleza del entorno; una visión extraña por la mortalidad implícita que conlleva el sacrificio que estoy dispuesto a hacer. Pero no hay otra forma de paliar la corrupción que se acerca, la negrura que empañará el entorno que me rodea, cada vez con más fuerza y destrucción. No estoy dispuesto a dejar que todo se derrumbe y seré capaz de darme a mí mismo como pago a la deuda contraída, al deseo de no ver un entorno moribundo.

Mis ejecutores comienzan a acercarse; reafirmándose y agradeciendo la decisión que he tomado. Ellos se encargarán de custodiar las fronteras que me rodean y poner orden en la locura de mi pincel de colores. No puedo hacer otra cosa que agachar mi cabeza, observar mi propio caminar para no prestar atención a todo aquello que con tanto sacrificio he sido capaz de crear en todos estos años.

El descanso es tentador. Pasaré de la continuidad de una obra imperecedera a dejar que otros controlen la guía y forma del universo conocido. El descanso por fin llegará a mi mente y a mis músculos. No puedo continuar el viaje que inicié hace tanto tiempo. El momento que vivo me pide descanso y la mejor forma de dárselo es cediendo el lugar que siempre me ha correspondido.

Mientras camino, un pensamiento y una pregunta acceden raudos a mi mente. Creo que mi claridad está enturbiada por este paisaje gris, y siendo así, la decisión que voy a tomar ¿es la correcta?. Mis verdugos dejan atisbar una sonrisa de complicidad. Leen mis pensamientos y mi capacidad de improvisación cada vez es más nula. Comienzo a debatirme por alejarme de este mundo hostil pero su atracción es más fuerte que mi propia voluntad.

De repente mis oídos comienzan a captar un sonido acompasado donde antes sólo había un silencio opresor. Una música comienza a avanzar desde todos los confines de la explanada, y se va acercando, a un ritmo continuo y frenético. ¿Qué es lo que está pasando? La vida viene a mi encuentro; todo lo que he creado quiere darme la mano, que el baile de colores continúe su tránsito. Alzo la mirada.

Lo que observo me deja boquiabierto. Alrededor de círculo que rodea el tótem de sacrificios comienzan a aparecer mis recuerdos; todas aquellas formas que mi mente ha ido creando y a las que se les ha dado un espacio en este rincón tan preciado. Están todos y cada uno de los que en algún momento han sabido escuchar a este corazón que late, que siente la cercanía y la amistad como un abrazo a sí mismo.

Sus sonrisas comienzan a ser cómplices. Sólo falto yo, sólo falta que logre despertarme y los acompañe en la fiesta y en el baile que han sabido crear para mí. Redirijo mi mirada hacia ese destino pasado que quería arrancarme las propias entrañas; veo caras asustadas y siento el miedo que palpita en sus corazones. Mi furia aparece. De mis brazos surge una corriente de potentes colores y mi rostro sonríe al ritmo de la canción que ha logrado recuperar la voluntad de este viejo loco.

El gris comienza a fluctuar, su fin está cercano, al igual que no dejaré ni un solo rastro del odio y rencor que salpican mi cercanía. Centro mis esfuerzos, alzo los brazos y canto la canción que tantas veces recordaré en el futuro. Soy cómplice del tiempo y mis dedos las flechas que dirigen mi destino. Aquí estoy y nunca me arrebataréis el lugar que me corresponde. Sucumbid a mi poder, criaturas del abismo.

Una explosión de luz, de una radiante y eterna luz, que da fantasía a mi vida, que hace perennes mis pensamientos y que ofrece paz a mi corazón. Lo doy todo, lo ofrezco todo, para que todos podáis compartir el mundo que me rodea y que es todo lo que tengo. Un aplauso general me recibe una vez que la luz se difumina. El color brilla por doquier y la felicidad emana de todo, de todos ellos.

Mis lágrimas caen. Es lo más sincero que puedo hacer. Ser yo y estar con los míos. Imposible ofrecer toda la gratitud que me gustaría dar. Sólo un pensamiento me acerca en extremo a mis sentimientos: Vivo en un mundo de colores.

martes, junio 13, 2006

La libertad de decidir

Puertas que se abren y se cierran. Las posibilidades y los movimientos fluctúan cambiantes, ágiles y raudos como el viento que ondea la bandera. Símbolos que recorren los contornos del paisaje, avisando de posibles peligros y siempre ofreciendo nuevos datos al lector constante y ávido de información.

Un paseo al aire libre es lo que el tiempo me permite hacer hoy. Mi tiempo escasea, son demasiados los deberes terrenales que cada vez me impiden más y más hacer eco de mi propio interior. Es una corrosión que soy incapaz de evitar; no puedo hacer frente a un torrente que me atrapa bajo él.

Sólo tengo una escapatoria precisa y concisa que hace que mi ser encuentre ese espacio vital. Prioridades, dar preferencias al fin último que marca mi existir, tan clara y cristalinamente como mi propio palpitar. Uno es uno en la continuidad, uno se alza consciente de cada cambio, de cada paso que deshace las desventuras del devenir. Uno es uno en cada actuación, en cada atisbo de interacción que te hace sucumbir a un mundo siempre cambiante.

Y no hay más destino que el que se te ofrece de manera gratuita; eres un escultor de arena que limpia de imágenes la conciencia de los atentos espectadores. Perfilar adecuadamente cada sendero y modificar lo inconexo hasta que el sentido vuelva a aspirar a ser encontrado y literalmente reflejado en nuestra propia conciencia.

Surcos de lágrimas se evaporan ante el sol abrasador que mi conciencia crea. Soy capaz de detectar los filamentos que se unen para crear mi propio pensamiento, un ente que toma forma según mi edad va culminando mi existencia. Un hueco que se va llenando con los posos de la vida, que va almacenando los momentos que merecen la propia existencia.

Y mi labor nunca termina. Me gusta recorrer las casas de mis recuerdos, los parajes abiertos que forman mis continuas experiencias, la densa maleza que implora ser visitada y que conforma todo el futuro que aún no soy capaz de descifrar. Mi identidad se muestra, y no sólo a mí mismo, sino a todo espectador avezado, a todos aquellos que imploran a su ser la capacidad de escuchar; a todos los que desean apartar la sencillez del día a día; para todos los que saben entender y comprender al prójimo, con la paciencia escrutadora de un águila sobre su presa; sencillamente para todo aquel que sea capaz de sentir el abrazo cálido de alguien que está cerca.

Y casi todo es difícil de entender, tremendamente complicado de razonar, ya que la complejidad aumenta con la percepción, y es el propio ser consciente el que en su autoconciencia vislumbra el atisbo de imposibilidad de querer abarcar lo infinito.

Pues aquí nos encontramos, en una encrucijada que imposibilita decidir. En un camino que se tuerce y serpentea y que muchas veces se confunde con la propia arena que lo entierra. Mil preguntas vuelven a mi subconsciente, sentimientos extrovertidos y a la vez animados que en muchos casos me muestran el camino para salir de la pesadumbre que puede enturbiar mi propio proceder. Mi seguridad se acelera con el pensamiento y sé que el verdadero devenir nunca podrá existir mientras mi conciencia me acompañe.

El cansancio se apodera de mis párpados. Estos días están siendo duros, plagados de emociones contenidas y de expectativas que crecen exponencialmente. Las situaciones puntuales no te garantizan el éxito pero sí que te muestran tentadoras maneras de padecer la propia caída o la continuidad de una verdad que certeramente aparece y que se ha ido mostrando en el tiempo, aunque algunas veces nosotros mismos no lo sepamos. Mis ojos piden reposo.

No dejes que nadie coarte nunca tu libertad de decidir, la capacidad extraordinaria que todos tenemos de sentir un camino como el nuestro y de eliminar todo aquello que impida la libre designación del futuro de cada uno. En ello debes poner tu empeño y decisión. Eres libre y el maltrato de este principio siempre conlleva la autodestrucción de la individualidad, porque ya no serás tu, serás lo que otros quieren que seas.

La torre se meció con suavidad al ritmo del viento. Ese lugar es el reducto que atesora el conocimiento y la virtud... y ahora ya no hay manera de llegar a él. Aquí me quedaré mientras me quede aliento para conseguir traspasar la muralla que me permita entrar.. pero mientras tanto mi humildad se convertirá en la capa que muestro a los demás. De momento no tengo prisa, dejaré que la confianza nuble su entendimiento... y la oportunidad llegará antes o después.

lunes, junio 12, 2006

Orgulloso de la decisión tomada

La situación nunca se esperó.... y no se si fui yo el que verdaderamente la buscó. La propia existencia suele buscar caminos que no sueles entender y es el ser subconsciente el que tiene las respuestas para ti.... y unas respuestas que la mayoría de las veces no entiendes o quizás nunca quisieras haber preguntado.

Todo empezó en un tranquilo y soleado día; en aquellos momentos en los que uno está expectante y atento a cada instante que suele inquietar el día. El apacible silencio marca la quietud de cada uno de mis pensamientos. Es un momento recogido que complementa todos los ya vividos para dar solidez a la forma en la que el propio ser reconoce que lo que está sucediendo forma parte de la calidez muchas veces buscada.

En ese momento ya no se puede esperar nada mejor... y lo que queda por llegar no alcanzará tanta placidez ni complacencia propia del encuentro con uno mismo y con el resto de lo que te rodea. Es en esa falta de expectativa y de reconocimiento del futuro de lo que podrá suceder cuando muchas fuerzas suelen aunarse contra ti para darte parte del espíritu y conjunción que la sorpresa final depara.

Sensaciones que eres incapaz de prever, que proceden de entornos y mentes desconocidas. Todo gira alrededor para ofrecer en un momento dado una sintonía que despierta la alarma del ser consciente y muestra el letargo de múltiples devenires, de potenciales alternancias escondidas en recodos nunca esperados.

Mi paseo por la ciudad continua saboreando los recuerdos de situaciones de quietud pasadas, dejando a mi alma descansar de famélicas reacciones y de predecibles escenarios... aunque hay algo en ellas que me atrae y me conmueve; hay algo en esos instantes de múltiple populismo que aunque soy incapaz de asumir como míos hacen que no me sienta extraño; consiguen mostrar un mundo alocado de sintonía simple y variada que logra embriagar a una parte de mí que suele ocultarse o ser incluso desconocida.

Quizá me importe y disfrute con la propia sensación de la compañía efímera, o con la ilusión de mostrar y observar un conjunto de sintonías cercanas que hacen que su propio disfrute valga más que el resto de verdades que acontecen en mi presente. Relación de extrañeza que pide mi reflexión, aunque quizá la mejor respuesta esté en la propia situación que se vive, que se está viviendo y cuyo análisis se me antoja extraño salvo en la propia vivencia de dicha conjunción.

Todos los ingredientes están en sintonía. Una mezcla explosiva que algunas veces ofrece elementos de distorsión a esta mente cansada. Pautas increíblemente cortas que hacen que el propio cerebro trabaje a un ritmo frenético, porque no hay tiempo para dar una respuesta lógica y múltiples sensaciones que antes no estaban; que habrías jurado que en un momento anterior no estaban ahí, impiden afrontar el razonamiento que siempre está ahí; que habrías jurado que estaba ahí.

Es un entorno extraño y peligrosamente imposible de predecir. Dejarse llevar es la decisión fácil y lo difícil es dar un paso al incontrolable poderío de la lógica y del creer en los principios que cada uno tenemos. Todo lo que uno puede aportar es la propia experiencia porque la situación oscila y es cambiante en cada uno de los individuos; es decir; la respuesta no es única y depende del momento incontrolado alejado del razonamiento que a todos nos mueve.

Tampoco existe preparación que te atenúe el instante. La magia siempre existe y pocas veces descubres el truco, y quizá esa es la mejor respuesta; dejarse llevar por lo que se te ofrece pero manteniendo los principios activos tanto como para aventurar una respuesta que elimine los posibles errores de futuro.

Siempre quedará pensar en el pasado alternativo pero sabiendo que la certeza es la que ahora te inunda y que no tienes nada de lo que verdaderamente puedas arrepentirte. Así es la vida, y cada uno decidirá el camino que debe seguir en cada instante que se plantea, aunque esos momentos, independientemente de la línea a seguir, continuarán perennes en tu retina por mucho tiempo.

Mi último pensamiento hoy es para mí mismo; una amalgama de emociones, sensaciones, recuerdos y presente que se entrecruzan, y que hacen que uno esté orgulloso de la decisión tomada, de las decisiones tomadas, que evidentemente son captadas y sufridas por la propia conciencia de uno mismo.

miércoles, junio 07, 2006

La llamada a tu puerta

Salvar la propia conciencia del ruido que se genera. Un martillo constante de pérfidas intenciones que orada el subconsciente y cada vez aprieta más. No hay remedio ni solución; su continuidad no tendrá fin. Cuando el tiempo se posterga más de lo necesario ese espacio que uno conoce se limita al mínimo; aquello que te pertenece deja de hacerlo y tu presencia física se convierte en una plaza de mercado.

Este mundo está alocado. Las propias limitaciones del ser humano hacen que la propia abstracción que posibilita contemplar el mundo como un ente singular y complejo, se deshaga en multitud de desequilibrios. Es como una brizna de hierba ante una multitud que intenta aplastarla. Si uno casi no es capaz de comprender el universo que tiene a su alcance ¿de qué manera puede entender una masa dominada y controlada por muchos entes individuales?

Una galaxia frente a un planeta. Si el propio equilibrio de nuestro planeta nos es ajeno y la propia individualidad y egoísmo de cada uno hace que estemos matando nuestro propio futuro ¿qué es lo que nos queda?. Hasta somos capaces de anular nuestra propia capacidad de dejar que otros sean en un futuro cercano. La libertad que se coarta y el presente que se desvía por sendas quizá equivocadas, quizá demasiado complejas de valorar... y quizá esta última sea la excusa que muchos se dan para continuar con el convencimiento de que lo que hacen está bien.

Recurriremos entonces al mito de volver a la niñez; al escudo de no saber lo que se ha hecho por miedo a un castigo, a una reprimenda... y es entonces cuando nos daremos cuenta de que no hay nadie para dar una reprimenda.... Quizá el camino más fácil de recorrer es aquel que esquiva el presente y busca el mejor paradigma de futuro; el que ofrece una ecuación de relativa felicidad para el conjunto de todos y no para el egoísta síntoma de ser uno mismo. ¿Ser uno mismo es egoísta?

Paisajes urbanitas; un tropel de momentos colapsados que se entrecruzan. Movimiento neuronal extrapolado al mundo de metal. ¿Y si fuera así? Una ciudad llena de neuronas independientes, un símil a un cerebro que aún desconocemos y que por lógica está ahí, expectante a cada uno de los movimientos que nos aventuramos a dar. Estoy rodeado y la propia conciencia de mi enanismo me da mareo, me hace voltear mi confusa cabeza.

Caigo, irremediablemente he sido superado por ideas que sólo puedo atisbar en la distancia y que siempre seré incapaz de abordar. El ser como un colectivo de muchos trasciende a la realidad que soy capaz de entender y comprender. Quizá aún no es el momento, quizá aún no esté preparado..... y quizás mis dudas sean la respuesta que nunca lograré tener.

Cómo logro engañarme!! . Mi preocupación no debe ser tal porque la multitud está formada por muchos y es en la individualidad desde donde verdaderamente uno puede entender una de las partes del puzzle. Aquí estoy, me comprendo a mí mismo, entiendo todo aquello que es capaz de rodearme, ese círculo de confianza que me cubre. El problema no soy yo ni lo que me rodea ¿lo serán los demás? ¿volvemos a la concepción individualista? ¿o quizá nada es un problema?

Hoy no pretendo decantarme por ninguna de las opciones posibles porque mucho camino llevo avanzado. Intentaré ocultar mi propio pensamiento, dejarlo apartado en un rincón para poder saborearlo posteriormente con la sabiduría que se requiere. Como un buen pan con aceite... no puedes rendirle cuentas en todo momento o no será el mismo y acabarás dejándolo de lado.

La ternura vuelve a encontrarme. Me siento, tranquilo en mi propio espacio. Reconocer cada punto de luz es para mí la mejor de las bendiciones. El agua, el sol y el bosque.... tan buenos amigos como siempre. Uno siente la envidia de querer y no poder ser un árbol, inmutable, siempre fiel a sí mismo y a quien se acerca. Esplendor en la vida que existe a cada paso y que muchas veces pasa desapercibida para ojos desacostumbrados.

Con esa imagen termino por quedarme. Un paraje que no está enturbiado por un color gris plomizo y que ahora es remanso de mis inquietudes. Naturaleza viva y en estado puro; una alma que en su conjunto tiene armonía y criterio; y que es capaz de evolucionar para adaptarse a cada uno de los cambios que el paso del tiempo exige.

Cuánto nos queda por recorrer!! . Una mente supuestamente evolucionada y que a lo largo de los años no sólo ha empeorado mediante un egoísmo egocéntrico sino que además se ha negado a aprender las verdades que la madre naturaleza ofrece.

Mucho camino nos queda por andar y la individualidad es la llave del progreso y del avance de todos. No te duermas, estate despierto, porque en algún momento una llamada golpeará tu puerta, un suave tintineo que marcará lo que fuiste y despertará el letargo de lo que eres. En ese momento ya no serás el mismo, ya nunca serás el mismo.

¿Serán estas palabras las que llamen a tu puerta?

martes, junio 06, 2006

Contaminar la cercanía

La carrera comienza. Cruzo el siguiente recodo y el tiempo empieza a contar. Mis pies raudos dejan atrás múltiples obstáculos, la distancia se hace cada vez más corta y el horizonte es una meta que casi se alcanza por momentos. Y no estoy solo. Veo una fila clara y densa que se perfila a mis lados de miles y miles de semejantes. Una marea consciente capaz de frenar la más brutal de las acometidas... pero la cuestión clave es que ahora nosotros somos esa acometida.

Ya queda poco para llegar. Este ataque no lo esperan, ni siquiera serán capaces de sentirlo hasta que ya sea demasiado tarde. Unos tambores comienzan a sonar en la distancia, preludio y anticipo del final inminente que muchos tendremos que sufrir. La vida es sacrificio y constancia y hoy el destino va a estar de nuestra parte, lo noto en el aire.

La fuerza que se forma detrás de mí comienza a tomar consistencia. Comienzo a escuchar los cantos y rezos de combate que anticipan la más cruel de las invocaciones. El entrechocar del acero con las armaduras crea una diabólica danza, un baile al que todos estamos invitados, del que todos somos partícipes.

Mientras las primeras columnas de humo comienzan a alzarse en la distancia y el ruido de los tambores se hace cada vez más patente, comienzo a sentir la cercanía del peligro, un daño inminente que no debería existir. Nosotros somos los que controlamos, nosotros somos los que decidimos... pero ¿y si esa decisión no es la apropiada?. El miedo comienza a corroer mi espíritu, y ese es el peor de los males que pueden atorar mi mente.

Noto que esa inquietud se manifiesta en la cercanía de los que me rodean. Su mente se ha llenado de las mismas palabras que horadan en mi interior. ¿Y si es un truco que busca impedir nuestro objetivo? ¿Y si es cierto y estamos equivocados? Mi mente y mi corazón deben buscar ya la respuesta.

Animo al resto de la avanzadilla a continuar, a seguir con el plan prefijado, alentando a sus corazones a destruir todas las barreras que se puedan interponer ante nosotros. Ellos me creen y harán todo lo que está en su mano para responder a la llamada del ojo por ojo. Yo ahora necesito liberarme, comprobar que todo esto tiene sentido, que la equivocación no es una de las variables a ponderar.

Alzo mis brazos, cierro mis ojos y me dejo llevar por la inercia de mi carrera. Centro mi ser, lo ubico dentro, accedo a esa ventana, a ese resquicio que mi propia voluntad ofrece ante situaciones desesperadas. El torrente comienza a fluir. Una burbuja comienza a rodearme, cada vez más extensa, cada vez más orientada a focalizar el centro de decisión y discusión.

El sonido desaparece lentamente, el mundo que me rodea ya no existe, ha mutado, ha cambiado, ofreciéndome su verdadero corazón; aquel que nunca defrauda al que sabe ver con la mirada certera del yo. Y por fin lo veo claro. Todo es una ilusión creada por nuestra propia percepción. No hay desdicha, ni hay sacrificio al que ofrecerse. Es nuestra subjetividad la que nos lleva a la perdición y el objetivo deja de estar en el horizonte para ocupar un lugar mucho más cercano, el objetivo está en el propio yo, ese yo que ha sido capaz de crear un mundo ficticio, un mundo rojo, palpitante, de continuo fluir de negras nubes. Un mundo oscuro y macilento, dañino y perenne a nuestra conciencia.

Tengo que parar esta masacre. No puede ser todo tan fácil y a la vez tan complicado... y la única opción que tengo es profundizar aún más allá y ofrecer un nuevo presente a lo que me rodea. Apoyo mis pies en el suelo, noto el palpitar que me recorre todo el cuerpo, accedo a él, siento su calidez y su fuerza y me ofrezco a su embriagador perfume.

La fuerza sale de mí. Una explosión de mil y un colores emerge repentinamente y comienza a inundar todo lo que me rodea. El entorno se transforma, cómplice de mi llamada. El tambor se convierte en trino, el humo en agua y el rojo en el propio color de la vida. Todo vuelve a su cauce, al río que la propia conciencia debía haber intuido desde el primer momento, al flujo que proporciona la sabiduría de saber que todo tu ser forma parte del entorno que te rodea, que todo tú eres lo que te rodea.

Ya podemos descansar. La vida a veces tiene obstáculos difíciles de superar y está en cada uno el saber distinguir en que momento se presenta uno. En el caso que aquí se expone, una pregunta se hace obvia: ¿Cómo lo conseguí? ¿Cómo logré vencer al mal que estaba escondido en mi propia conciencia, en mi propia subjetividad de individuo?

Es fácil, le dí al ente que me perforaba sin yo saberlo un aire tan puro que no fue capaz de respirar. Ahí está la clave de todo. La propia frescura del propio ser hizo arrastrar la tierra emponzoñada ladera abajo hasta desaparecer (aunque ya sé que volverá cuando se recupere).

El mal necesita contaminar la cercanía pero ¿y si la cercanía es demasiado grande como para contaminarla? El colapso se produce sí o sí. Cuanto más cultives tu yo y cuanto más sincero contigo mismo seas, más tendrás que dar al mal que te rodea, y por ende antes dejará de existir. Por ello no debemos dejarnos en el empeño de la complaciencia, debemos avanzar día a día el camino que nos toca vivir y sentir que el interior cada vez es más cercano.

El sacrificio es grande, el empeño es enorme pero el sentir que la calidez del momento es verdaderamente palpable elimina cualquier atisbo de duda. Ahora es momento de reposar una más de las victorias. La reflexión llegará en breve a mi mente, pero mientras tanto dejaré que la compañía fortifique y cierre aún más las heridas.

lunes, junio 05, 2006

Te esperamos en la espesura del camino

Sensaciones que hacen vacilar el movimiento continuo de mis pies; canciones que mueven circularmente mi ritmo neuronal. Deseos cumplidos que se recrean con cada nueva gota de realidad, creando nuevos, ofreciendo metas objetivas y no siempre alcanzables. Son paradigmas de lo que el día a día me ofrece y que no siempre es vano e inútil.

Calidez; siento el abrazo fiel de millones de partículas que me rodean. Siempre ahí; mientras duermo en mi cama; mientras cultivo mi mente; mientras cambio la hora del despertador. El tiempo se me concede, honorablemente aterciopelado. Su tacto me conmueve, me arrulla y me calienta. Momentos que siempre recordaré y que ya forman parte del devenir que me atrapa.

Empiezo a volar. Giro mi mirada hacia el infortunio que ya se encuentra demasiado alejado. Cierro los ojos sabiamente, reposando la confianza del pasado conocido y meditando el próximo avance de mi bastón de madera. Blancos copos comienzan a cubrir mi sombrero; es hora de volver al refugio para no enturbiar la calidez que mi propio yo ofrece al entorno (a veces desconocido).

Mi silencio se hace patente; tan patente que los ojos que me rodean comienzan a preguntarse si seré mudo. Un silencio que pocos reconocen como la más fiel de las verdades; un silencio que perpetua lo que nunca seré capaz de decir por miedo a mi propio yo; un silencio que obliga y atrae y que el propio reconocimiento de su existencia es la clave del éxito que indudablemente conlleva el estar en comunión con uno mismo y con el 'a veces el silencio es la mejor de las respuestas'.

Un nuevo espacio que flota a cada momento, que se adapta volátil a la voluntad del interlocutor que se acerca. Manos que entrelazan mis pensamientos sensibles con un pedazo de magia y de movimientos sutiles. Saber como conectar en una vorágine de silencios; cómo ser fiel a tus palabras aún cuando el intercambio hacia afuera sólo se hace patente en tu mirada, en las miradas de todos aquellos que te rodean.

Ya vuelvo al hogar sin dejar que el tiempo condene aún más mi existir. Mis propias tareas, aquellas que conciencian mi espíritu tienen su justa medida, su lento pausar que por momentos impide la pronta y efectiva reacción. El paso del tiempo, un transmisor exiguo del potencial que tenemos y de la capacidad oculta que aún nos queda por descubrir.

A veces, auténticas verdades que sobrepasan mi comprensión se entrecruzan en mi propia telaraña y sé que sólo con el reposo mesurado de mi conciencia y el tiempo como mi eterno aliado, lograré vislumbrar un resquicio de la luz que se me ofrece. La madurez, la comprensión y la sabiduría son grandes reposos que necesitan mesura y delicadeza para alcanzarse. Y en esa labor todos nos sumergimos día a día, intentando discernir el camino que nos ha tocado vivir. Un camino plagado de vertientes y posibilidades y en el que sólo uno mismo es capaz de tomar la 'libre decisión' de elegir, de escoger aquel espacio que verdaderamente identificamos como nuestro.

Opciones y más opciones en un mundo incontrolado de miedos y fobias, de locuras e injusticias. Uno lleva una carga pesada, que se hace más patente cuanto más avanza la propia conciencia del entorno y quizás del propio yo... porque las miserias de la vida siempre tienen fiel reflejo en la manera en que uno es capaz o no de afrontarlas, en la manera en que cada uno se ve o no afectado por ellas, en la manera e intensidad en la que el propio corazón de cada uno responde o no a la llamada que se le ofrece de manera gratuita.

Conciencia limpia y tranquila la de muchos... o tan tranquila como la propia intranquilidad que el desconocimiento lleva consigo, o la desidia, o el no saber discernir entre la realidad y el yo particular. Momentos, situaciones, miles de opciones y posibilidades que en el día a día se muestran, parapetadas en tantas y tantas esquinas como el aire que respiramos. Parece que el afán del entorno es encontrar barreras que impidan llegar a lo que todos tenemos, esa inocencia y sensibilidad que caracteriza al ser humano, una racionalidad que supera lo más lógico de la naturaleza y que aún así es capaz de destruirnos.

Mucho nos queda por avanzar en este mundo incomprendido, en un entorno cambiante que se nos ha dado para desarrollarnos, para evolucionar con el conjunto de elementos que conforman el hoy y el mañana. Una palidez se refleja en mi semblante, mi propia impotencia me la crea. Quizá la mejor reacción e interacción con el entorno tal y como lo conocemos sea el entrar dentro, recogido, al calor del hogar propio.

Y aquí me encuentro, infeliz por no estar en mi interior, pero feliz por enseñar el camino que llevo avanzado a todo aquel que se aventura en la nieve. Aquí estoy yo, con mi mirada, con mi bastón y con la conciencia tan cercana que casi es posible palparla a través de mi piel.

Sal de tu letargo, caminante, y reacciona. No dejes que tus sueños e inquietudes se vayan con tu paso, deja que todos probemos ese dulce perfume que sólo tu posees, que sólo tu sabes dar. Sal, caminante, muchos te esperan en la espesura del camino.